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Una definición de tóxico es “sustancia que contiene veneno o que produce envenenamiento”, otra es “cualquier sustancia que produce un efecto dañino cuando penetra en el organismo o toma contacto con este”. Si hablamos de relaciones, una relación tóxica es aquella que nos genera efectos dañinos, es aquella cuyo vínculo nos hace sufrir en lugar de hacernos sentir felices. Analógicamente, un veneno nos intoxica el cuerpo, y una relación tóxica nos envenena el alma. Sin embargo, seguramente has notado lo difícil que es abandonar una relación tóxica, y esto se explica por el cierto e importante grado de dependencia que genera. Quien está inmerso en este tipo de relación sufre pero se mantiene allí con la esperanza de que algo cambie, de que la otra persona mejore, aferrándose a un ideal que no tiene nada que ver con la realidad.
Se ha generalizado que las relaciones tóxicas refieren a las relaciones de pareja, pero podemos identificar la toxicidad en muchas otras clases de relaciones: en la relación con mamá o papá, con hermanos, con hijos, con amigos, con compañeros de trabajo. Y cualquier persona sin distinción de su sexo ni de su identidad de género puede ser víctima y quedar atrapada en una relación tóxica. De aquí los innumerables conflictos que pueden hacernos la vida complicada en cualquiera de sus áreas, y que nos llevan a un resultado para nada feliz: el sufrimiento.

Elementos de una relación tóxica
Ahora bien, ¿cuándo una relación es tóxica? En un vínculo de esta clase podemos encontrar al menos uno (generalmente varios o muchos) de los siguientes elementos, entre otros:
Celos
Quien te cela no tolera que te relaciones con otras personas ya que probablemente te sienta de su propiedad y le preocupe perderte por influencia de terceros. Los celos pueden proyectarse sobre otras personas del género contrario o del mismo género, sobre amigos o amigas, integrantes de la familia, personas de tu entorno laboral, o incluso sobre cualquier extraño a quien dirijas la mirada. Esto termina limitando tus vínculos y, en los peores casos, termina por aislarte de la gente.
Manipulación
Se entiende por manipulación la estrategia psicológica para hacer que pienses y/o actúes de la forma en que desea la persona manipuladora, sembrando en tu mente ideas que no sólo no te benefician sino que sirven a los objetivos de quien manipula. El manipulador o la manipuladora se sirve muchas veces de herramientas como la victimización, la mentira y la generación de temor para boicotear tus planes, tus deseos, tus vínculos con otras personas de tu entorno, con el fin de satisfacer sus necesidades tóxicas sobre vos.
Envidia
Una persona puede envidiar tus posesiones materiales, tu casa, tu trabajo, tus circunstancias, tus logros personales, y también puede envidiar tu forma de ser y de hacer las cosas. La envidia se traduce en actitudes de menosprecio, desvalorización e indiferencia hacia todo lo que en realidad esa persona desearía tener o ser y que observa en tu vida. Esto hace no solamente que no puedas compartir plenamente con esta clase de personas tus metas y tus logros, sino que además influye en tu capacidad para disfrutar las cosas buenas de tu vida (ya que siempre tendrás quien te “pinche el globo”) e incluso puede influir en tus resultados al disminuir tu entusiasmo y tu enfoque.
Condicionamientos, chantajes o extorsiones
La persona extorsiva, la que te condiciona, es aquella que de forma sutil te obliga en cierta forma a hacer algo con la condición, simplemente, de quererte o de darte su atención. Vas a formar parte de su vida en tanto y en cuanto accedas a sus deseos y cumplas con sus necesidades, respondiendo a su ideal de cómo deberías ser, y si no lo hicieras puede enojarse e incluso excluirte de su vida. Se trata de un chantaje emocional que funciona como un bucle, ya que una vez adentro sucede una y otra vez, y cada vez te resulta más difícil poner tus límites o sencillamente actuar y ser según vos mismo o vos misma.
Apego
El apego se demuestra en relaciones absorbentes, en las que no podés dar un paso o tomar decisión alguna sin contemplar el deseo del otro, y en las que sentís que es imposible disfrutar algo sin tener a esa persona a tu lado. Es común en este tipo de relaciones creer que no podrías vivir sin esa persona, o viceversa, que esa persona sienta que no puede vivir sin vos, por lo que ante cualquier distancia o discusión la distancia se vuelve absolutamente insoportable, casi como si te faltara el aire. No está de más decir que esto no corresponde a una relación sana, que respete las individualidades y la libertad de que cada integrante.
Mentiras
Cuando alguien miente puede hacerlo por dos razones: para obtener un beneficio de su mentira (ocultar una situación, evitar una discusión, hacer algo “libremente” a lo que la otra persona podría oponerse, etc.), o además por el simple hecho de disfrutar del acto de mentir y de sus efectos en la persona engañada, como es el caso de los psicópatas narcisistas (que desarrollaremos en muchos otros artículos). El efecto más importante de las mentiras, además de la consecuencia puntual del hecho sobre el cual se miente, es la pérdida o destrucción de la confianza, que es una de las grandes bases para una relación sana. Si alguien alguna vez te ha mentido, habrás notado lo difícil que resulta volver a confiar en esa persona.
Victimismo y dramatización
Hay quienes sienten que el mundo está en su contra, que todos les fallan, que todo lo peor les ocurre a ellos, y todo lo convierten en drama. Son las personas victimistas, que se sienten constantemente atacadas y que todo se lo toman de forma personal. Adoptar el papel de víctimas les sirve por un lado para culpar a otros de todo cuanto negativo ocurre en sus vidas, sin asumir nunca su propia responsabilidad, y por otro lado para generar una especie de empatía e incluso de lástima en quienes están a su alrededor, lo que consciente o inconscientemente se traduce en una clase de manipulación. Relacionarte con personas victimistas hace que siempre estés condicionado en tu vínculo por la culpa y la manipulación.
Quejas constantes y negatividad
La queja constante tiene que ver con un profundo inconformismo con la vida y consigo mismos, y se relaciona también con el victimismo. Todo es negro, todo es negativo, todo es energía pesada que termina invadiendo a las personas que rodean al quejoso crónico. Y cuando las quejas y la negatividad tienen foco en tus acciones o en tu forma de ser, el efecto es más contundente ya que terminan arrasando con tu ánimo, con tus libertades y con metas o propósitos. La consecuencia más evidente es que la persona negativa acaba por contagiarte su negatividad.
Personalidad controladora
Algo que atenta gravemente contra tu libertad es relacionarte con personas controladoras. Un controlador o una controladora siente que tiene derecho no sólo a opinar sobre tu vida, sino además a decidir sobre todo lo que hagas, incluso sobre tu forma de ser. El control puede ejercerse mediante la manipulación, el victimismo, el condicionamiento y la extorsión, y un factor que lo convierte en una bomba explosiva es el apego, ya que si estás apegada o apegado en forma tóxica a esa persona es probable que hagas todo cuanto esta diga o desee, apagando tu propia personalidad y mutilando tu libertad.
Soberbia y orgullo
Los seres soberbios y orgullosos siempre creen tener la razón, siempre creen saber todo acerca de todo y es difícil contradecirlos. Esto hace que sea imposible que se pongan en el lugar de los demás, que demuestren empatía y comprensión, y que tengan en cuenta las razones y los sentimientos de las personas con las que se relacionan. En un vínculo con alguien soberbio y orgulloso siempre serás quien pide perdón y quien intenta arreglar las cosas, y raramente podrás sentir que tu voz tiene valor y que tus sentimientos importan.
Agresiones y violencia
Es la forma más nociva de relación tóxica si se quiere, ya que lamentablemente hasta termina cobrando vidas. La violencia en cualquier relación puede ser solamente psicológica o incluso física, entendiendo que la violencia física no existe sin violencia psicológica. El maltrato psicológico incluye varios o todos los factores que enumeramos anteriormente, y sus consecuencias son de diverso grado, desde el sufrimiento hasta la devastación emocional que puede llevar a la depresión o al suicidio. Cuando sos víctima de violencia emocional o psicológica es común sentir que te estrujan el alma y te torturan la mente, perdiendo la capacidad de razonar libremente y de defenderte. La violencia física puede también manifestarse en distintos niveles, comenzando con un tirón del pelo o apretón en el brazo hasta golpes, patadas y empujones, y espantosamente violaciones. Una terrible realidad son las víctimas de violencia física que han muerto quemadas, asfixiadas o ahogadas.
La violencia física siempre comienza con violencia psicológica, aunque no siempre esta termina incluyendo el maltrato físico. Sea cual sea el tipo de violencia que puedas estar sufriendo, es importante y urgente que busques ayuda y huyas inmediatamente de esa relación.
Relaciones con psicópatas narcisistas o integrados
Este tema merece un capítulo aparte ya que es extenso y complejo, y en el conocimiento común de la gente no es habitual saber de la existencia de estos seres, por lo que será uno de los temas que iremos desarrollando en Vivas & Libres. Pero podemos adelantar que un psicópata narcisista no es el típico psicópata que vemos en las películas de terror, sino que son personas aparentemente normales integradas en la sociedad, que desarrollan sus actividades como cualquier otra persona y se camuflan con mucha facilidad, por lo que podrías encontrarlo entre tus compañeros de trabajo o incluso en tu misma familia, siendo la peor de las suertes que se haya convertido o se convierta en tu pareja. Los psicópatas narcisistas incluyen en sus tácticas muchos de los elementos de las relaciones tóxicas mencionadas, se especializan en la manipulación y el engaño, en la agresión psicológica y a veces física, en ejercer el control sobre aquellas personas de su interés, y en generar un apego inexplicable, hasta diría adicción, a la relación con él. Pueden ser absolutamente encantadores si así les sirve serlo para entrar en tu vida o para acercarse después de una distancia (que siempre imponen ellos), y absolutamente crueles para provocar tu sufrimiento. Pero lo más llamativo y sorprendente de estos personajes es que todo cuando hacen lo disfrutan, lo saborean como alimento para su ego, les divierte y los infla de poder. Ese es el objetivo de un psicópata narcisista cuando se relaciona. ¿Sabías que existen personas así?
Salir de una relación tóxica

Cuando entablamos un vínculo con alguien siempre es con el fin de ser felices, de sentirnos bien, de disfrutar de una relación y de la vida. Nadie decide conscientemente relacionarse con otra persona para sufrir, sino que espera todo lo contrario. Por eso es importante recordar en todo momento que somos libres para irnos de donde no somos felices, de donde nos maltratan, de donde nos apagan, de donde somos víctimas de abuso. Muchas veces las emociones pesan y no podemos ver con claridad, mucho menos tomar decisiones asertivas. Pero desde el momento en que tenemos la información en nuestras manos, en que nos hacemos conscientes de lo que anda mal, y en que recordamos que no es esto lo que queremos para nuestra vida, la única opción es tomar cartas en el asunto y actuar.
Las relaciones sanas existen, no son un mito. Hay otra forma de relacionarse, más constructiva, más respetuosa de las libertades, más armoniosa. Son relaciones que te ayudan a crecer y a evolucionar como persona en todos los aspectos de tu vida, con personas con las que es fácil compartir y sentir apoyo, con personas con las que las emociones son de las buenas. No te conformes con una relación tóxica, de pareja o de cualquier tipo, y en ninguna de sus posibilidades. No te conformes con lo que te hace daño, ni siquiera con lo que no hace daño pero tampoco hace bien. Y a este fin me remito a la frase que me ha repetido una gran amiga varias veces: “lo que no suma, resta”.