Imagen: Pinterest
En la búsqueda de la realización (que no es otra cosa que la felicidad mal entendida) mayormente caemos en la trampa de nuestra mente que se asocia a nuestro ego, quien está en contacto directo con nuestras historias de dolor vividas y heredadas, generando así situaciones de repetición, cambiando quizás los personajes que intervienen en dichas situaciones, pero sintiendo el mismo dolor o la misma emocionalidad una y otra vez. Estos pueden relacionarse a sentimientos de soledad, angustia o tristeza, engaño, abandono, etc.
Hablamos de la felicidad mal entendida porque estamos condicionados a creer que la hallaremos en cosas materiales, cosas que estimulan nuestros sentidos. Vivimos proyectando objetivos que una vez alcanzados (si los alcanzamos) nos generan euforia, alegría, pura endorfina que con suerte en días sino en horas desaparece, y allá vamos con un nuevo proyecto que nos exige, que nos desgasta, que nos pone en sacrificio, perdiendo así maravillosas horas de vida, porque estamos tan conectados con el objetivo que no vemos lo que a cada instante sucede a nuestro alrededor. Perdemos horas compartidas con los afectos, con muchas situaciones diarias que nos enseñan, que nos permiten crecer y disfrutar del proceso de hacerlo.
La única posibilidad de encontrar la felicidad es reconociéndola en nuestra vida, es valorar lo que tenemos, no vivir corriendo detrás de lo que nos falta, como galgos detrás de un conejo imaginario. Así veo la vida de muchos, así ha sido por mucho tiempo mi vida. Desconectar con el deseo de realización para simplemente ser, estar, conectando con lo que estoy viviendo en este presente, también me permite conocerme, entender mis motivaciones, conectar con las señales que siempre estamos recibiendo y creer en la magia que es la vida, mi vida, la única que tengo hoy y que desperdicio en oportunidades que hoy no llegaron, dolores que pertenecen al pasado y que me condicionan a la hora de elegir mis mejores posibilidades, porque me invade el miedo, ese miedo que me hace creer que el dolor de ayer tiene que ser necesariamente mañana.

La meditación como herramienta nos ayuda a generar la introspección necesaria para comenzar a escucharnos, nos sitúa en el presente y nos permite abordar ciertos temas que nos ayudan a comprender nuestras decisiones, nuestras ataduras y los programas que las provocan.
No existe otra manera de modificar nuestros estados y nuestras vivencias, que no sea a través de la consciencia y el conocimiento. Por esto generamos un espacio de diálogo en los talleres de meditación, anterior o posterior a la práctica de meditación en sí, ya que considero que de nada sirve evadirnos de la realidad meditando si al salir del espacio nos damos la cabeza contra la pared y la realidad vuelve a agobiarnos.
Meditar es aprender a contemplar, y esto sólo es posible si logramos estar en paz con nuestros pensamientos y nuestras decisiones cotidianas.
¿Podemos vivir en estado meditativo? Por supuesto que sí (aunque no es tan fácil), estando en presente, en donde se encuentra lo real, lo tangible. El único lugar en donde puedo volver a mí.
¿Qué logro al meditar?
En principio, lo que buscamos en estos espacios es encontrar un estado que calme nuestras ansiedades, que mejore nuestra capacidad de elegir los caminos, de comprender las enfermedades o de transitarlas de la mejor manera.
La implicación que pueda tener una meditación no se puede medir, ya que para cada ser será diferente y estará relacionada a su búsqueda personal y al logro que de esta se obtenga. Sin embargo, esta búsqueda puede dar resultados inesperados, nunca imaginados y muy superadores de nuestra búsqueda inicial.
Cuando por diferentes motivos la vida nos agobia, se nos hace cuesta arriba o comenzamos a sentir que todo escapa a nuestra posibilidad de mejorar situaciones, es entonces que por instinto de preservación o de supervivencia comenzamos a recorrer caminos que en otras circunstancias no hubiéramos elegido, o que se presentan por recomendación de familiares y amigos que nos ven sufrir y cargar el peso de la vida sobre nuestras espaldas.
En mi experiencia, muchas de las personas que comienzan a utilizar estas herramientas, incluso yo, comenzamos así, por desesperación, buscando liberarnos de las mochilas aunque sea por un momento, y es ahí cuando comenzamos a descubrir que hay opciones y recursos diferentes, herramientas que bien utilizadas alivianan nuestras cargas, liberan nuestra mente y nos permiten descubrir un mundo de posibilidades que no habíamos podido ver. Y que, además, compartidos con otros, los pesos y pesares se alivianan, y descubro que tengo opciones, y que siempre hay gente que te ilumina e ilumina tu mente para encontrar nuevos recursos, que son tuyos y que estaban ahí esperando su descubrimiento.
¿Es difícil meditar? ¿Debo tener conocimiento previo para hacerlo?
Hay un tabú respecto a lo fácil o difícil que es meditar y mucha gente tiene el prejuicio de que no va a poder parar su mente, de que no tiene capacidad de concentración o de que se distrae con demasiada facilidad.
Lo cierto es que estar en un estado de meditación es estar consciente del presente por lo que, si me estoy dando cuenta que la mente se distrae, que estoy inquieta/o, incluso si me di cuenta de que me distraigo y me fui de la meditación, en realidad estoy siendo consciente, estoy meditando.
Todos comenzamos meditando de esa manera. Luego, con el tiempo y con la práctica, podemos alcanzar mayores niveles de abstracción, de meditación, pero como toda práctica requiere de tiempo y de constancia.
Meditar es simple y efectivo, no requiere de grandes técnicas, aunque es cierto que cuando llegamos a ciertos niveles de exceso mental por conflictos, preocupaciones, temas no resueltos, etc., al principio cuesta más y es posible que no estemos tan conscientes de los alcances que tiene para nosotros una meditación.
Con constancia se logra tener una presencia más atenta y sostenida meditando, teniendo en cuenta como variable el estado en el que nos encontremos al momento de realizarla, esto es, habrá días en que nos encontremos mejor predispuestos y otros en que se nos dificulte un poco más el proceso.
Cómo meditar

Lo primero que debemos tener en cuenta es que no hay un horario del día recomendado para meditar y que deberás tener algunos factores en cuenta al momento de hacerlo.
En primer lugar, dependerá de cómo se desarrolla tu día. Algunos autores recomiendan hacerlo al momento de levantarse por la mañana, en donde todo aún está en calma, pero si, por ejemplo, tu intención es lograr un descanso más reparador ya que no descansás bien, entonces el horario recomendado será el previo a dormir, cuando ya tu día comienza a desacelerarse y el ambiente está calmo y en silencio. Será un buen momento para hacerlo. Si por ejemplo tenés niños pequeños, el horario será acorde con el ritmo de descanso de estos, teniendo en cuenta que una meditación nunca te resta tiempo de descanso, por el contrario, lo mejora. Así es que nadie puede imponerte el horario correcto para meditar, este estará supeditado a tus posibilidades.
Otro factor para tener en cuenta y que he comprobado a lo largo del tiempo es que una meditación grupal semanal o en el lapso que te sea posible potencia todos los efectos y te lleva a un nivel de comprensión superior, ya que todas las energías del grupo potencian la tuya y cada experiencia aporta información individual a niveles de consciencia mucho más elevadas a las alcanzadas individualmente.
Los pasos a seguir que deberás, preferentemente, tener en cuenta serán:
- El lugar: Trataremos de buscar un lugar tranquilo al que no lleguen sonidos estridentes o que nos desconcentren.
- El horario: tendremos en cuenta el horario del día en el que no tengamos apuros, ni intromisiones, y que sea el más acorde para nuestro propósito.
- El ambiente: buscaremos que el espacio que elegimos no esté saturado de objetos para que la energía circule sin interrupciones. Ambientaremos en lo posible con sonidos y aromas (sahumerios, aceites esenciales, velas aromáticas) que faciliten nuestra misión, (si buscan en YouTube videos con sonidos de la naturaleza encontrarán música que no es interrumpida por publicidad y que sirve a su propósito).
- Ropa: preferente utilizar ropa cómoda y suelta que no nos genere presión ni incomodidad.
- Guía: la meditación puede ser guiada o no. Podemos buscar videos de meditaciones guiadas referidas a la temática que queremos trabajar, pero recomiendo también meditaciones personalizadas y sin guía que nos ayude a reconocer nuestras herramientas y poder personal.
Importante: Si alguna de estas circunstancias o ninguna de ellas se puede alcanzar esto no es impedimento para meditar.
Empecemos a meditar:
Ejercicio I:
- Nos acomodamos en el lugar elegido con las indicaciones antes mencionadas.
- Cerramos los ojos y comenzamos a inhalar profundamente por nariz y a exhalar lenta y controladamente por la boca, al menos tres veces. Mientras lo hacemos ponemos atención en nuestra respiración, en cómo ingresa el aire y cómo sale. Tratamos de estar con la mente puesta ahí por un momento.
- Luego tratamos de percibir a través de los sentidos todo lo que nos rodea (aún con los ojos cerrados) sonidos, aromas, frío, calor, todo lo que percibamos.
- Con los ojos cerrados, trataremos de visualizar la habitación donde estamos, con sus colores, objetos, formas y texturas. Le dedico un tiempo a este reconocimiento.
- Luego volvemos a ser conscientes de la respiración y a través de ella comenzamos a realizar un escaneo del cuerpo, comenzando por los pies y recorriendo cada parte a medida que vamos ascendiendo hasta llegar a la cabeza.
- Mientras realizamos el ítem anterior, cada vez que inhalamos vamos a enviar la respiración a esos lugares que estamos recorriendo. Como estamos visualizando, tenemos que recordar que nada es imposible cuando lo hacemos. Las limitaciones están relacionadas con la realidad en tercera dimensión en la que estamos viviendo, pero para la mente nada es imposible.
- Una vez realizado el escaneo que nos hizo conscientes de nuestra corporalidad, nos quedamos unos minutos en silencio y quietud.
- Volvemos a inhalar profundamente por nariz y a exhalar por boca lentamente tres veces, y lentamente comenzamos a abrir los ojos y a movernos despacio, empezando por brazos y piernas para luego incorporarnos, teniendo en cuenta que dependiendo de la profundidad de tu relajación podés quedar un tanto aletargada/o, lo que podría llegar a darte una sensación de mareo que dura poco tiempo.
*Al final del texto te doy una breve recomendación para ambos ejercicios.

Ejercicio II:
Te propongo que te tomes un momento del día (o varios) para comenzar a hacerte consciente de tus acciones, de tus recorridos, de tus espacios, en solitarios o compartidos, de la gente que te rodea, de sus actitudes y acciones.
Este ejercicio tiene que ver con ponerte en observador de tu propia vida, de tus momentos (te aseguro de que vas a ser consciente de que te estabas perdiendo muchos de ellos).
Si por ejemplo te das cuenta de que no recordás lo que sucede durante el recorrido que hacés cuando vas a tu trabajo, en que semáforos paraste, con cuántas personas te cruzaste (a veces estamos tan corridos de la realidad que ni siquiera recordamos si cerramos la puerta con llave o si dejamos alguna hornalla encendida), entonces lo que te propongo es que lo hagas, que al salir percibas los aromas, los sonidos, el color de las hojas de los árboles, su movimiento que permite que el sol se filtre entre ellas, la sensación del viento, el sol, el frío, el calor en la piel.
Las personas con las que te cruzás, la reacción de los compañeros y compañeras de trabajo cuando llegás. Los gestos de las personas, amorosos o no, que simplemente hablan de ella o de él y de cómo se encuentran emocionalmente. De la risa de los niños, de sus juegos que muchas veces muestran cómo son sus padres.
Te propongo simplemente observar la realidad, tu realidad, que siempre está mostrándote caminos, alternativas que están ahí para que las tomes porque te pertenecen, porque te lleva a la felicidad…pero estás tan distraído/a….
Recomendación:
*En cualquier ejercicio que requiera tu atención, te vas a distraer muchas veces, aún con práctica, porque la mente siempre buscará llevarte a tus zonas oscuras ya que su mayor aliado es el ego. Por lo que en cada ejercicio te vas a ir a otros pensamientos muchas veces.
Lo que deberías hacer en ese caso es observar lo que estás pensando, y sin enojos, reproches o autoexigencias, volver al ejercicio. Puede que esto tengas que hacerlo muchas veces, miles de veces. Sin embargo, ya has sido suficientemente duro/a con vos mismo/a, es hora de tratarte con amor, con el amor que nos merecemos, con el que reclamamos, pero no nos damos.